La adicción es también la enfermedad del autoengaño. Se ha comparado muchas veces la adicción con un enamoramiento tóxico. El adicto vive “enganchado” a su sustancia o a su conducta adictiva. Al igual que el enamorado, el adicto no quiere ni pensar en dejar su enganche, porque piensa que “se morirá sin ver o estar con la persona que es objeto de su enamoramiento”. Pero en el fondo sabe que también le perjudica, que le está dando problemas.
Cabe destacar que, además, en la sociedad actual, el consumo de sustancias, ya sean legales o ilegales, se ha normalizado de tal forma que muchos ni siquiera consideran que su consumo pueda convertirse en un problema. Este fenómeno se refleja en una mentalidad comúnmente aceptada por aquellos que luchan con la adicción, que suelen pronunciar, con frecuencia, el mantra del “yo controlo”.
Es una frase que se utiliza frecuentemente por quienes aún no han reconocido que están atrapados en el ciclo de la adicción. Esta, es ya una señal que indica el inicio o la inmersión en una adicción. “Yo controlo” es una trampa psicológica que permite a las personas negar o minimizar los efectos negativos del consumo de sustancias, mientras continúan adelante con su comportamiento destructivo.
Es una declaración que implica la creencia de que el individuo es capaz de detenerse en cualquier momento, de gestionar el consumo sin que se vea afectada su vida personal, laboral o social. Esta creencia es muy común, no sólo en aquellos que consumen drogas, sino también en personas que abusan del alcohol o incluso en aquellos que tienen problemas con el juego o la comida.
Además, este autoengaño minimiza el poder de la adicción e incluso parece que le quita importancia. La adicción, en su esencia, no se trata solo de un problema de voluntad. Es una enfermedad compleja que involucra factores biológicos, psicológicos y sociales. Aquellos que se aferran a la idea de que “controlan” su consumo suelen estar evitando enfrentar la realidad: que la adicción ha comenzado a tomar el control sobre sus vidas, aunque no lo reconozcan.

Señales de que hay un problema
Es importante saber identificar las señales que nos indican que el consumo de una sustancia ha pasado de ser una actividad ocasional o recreativa a convertirse en un problema serio. A menudo, la persona en cuestión no puede reconocer estas señales por sí misma debido a la negación, pero para los que las observan desde fuera, estas señales pueden ser evidentes. Aquí te presentamos algunas de las más comunes.
1. Aumento gradual del consumo
Uno de los primeros signos de un problema con las sustancias es el aumento gradual de su consumo. La mayoría se inicia en entornos sociales y de fiesta donde, mayoritariamente la gente joven, consume alcohol y drogas para encajar o que sus efectos les hagan más fácil la socialización con los demás.
La persona que “controla” su consumo puede decirse a sí misma que solo lo hace para relajarse, para divertirse o para afrontar el estrés, pero lo cierto es que cada vez necesita más para experimentar los mismos efectos. La idea de que “yo controlo” se va diluyendo a medida que el consumo se hace más frecuente y la tolerancia se va incrementando, lo que lleva a la persona a consumir más en un intento de lograr el mismo efecto.
2. Mentiras y justificaciones
Las personas que están luchando con una adicción a menudo desarrollan una serie de mentiras y justificaciones sobre su comportamiento. El mantra “yo controlo” puede ir acompañado de excusas como “es solo un par de copas” o “lo hago para desestresarme después de un día largo”. Estas justificaciones se vuelven cada vez más complejas e incoherentes a medida que la persona intenta esconder la verdad sobre su consumo.
La persona empieza a mentir sobre la frecuencia con la que consume o intenta ocultar la cantidad. Habitualmente miente a su familia, amigos y colegas, argumentando que su vida sigue siendo estable y exitosa, a pesar de que el consumo haya comenzado a interferir con sus responsabilidades diarias.
3. Problemas en las relaciones personales y profesionales
Un signo claro de que el consumo de sustancias está pasando a un nivel problemático es la afectación de las relaciones interpersonales y profesionales. La adicción no solo impacta la salud física y mental de quien la padece, sino que también tiene un efecto devastador en su entorno. La persona que cree que “controla” su consumo puede empezar a ver cómo sus relaciones se deterioran debido a su comportamiento, a las mentiras y al aislamiento que a menudo acompaña a la adicción.
En el ámbito laboral, la persona puede comenzar a llegar tarde al trabajo, a ausentarse con frecuencia o a mostrar un rendimiento deficiente debido a la falta de concentración, somnolencia o malestar por los efectos secundarios del consumo. En las relaciones personales, puede haber un distanciamiento progresivo de la familia y los amigos, quienes comienzan a ver las señales de que algo no funciona.
4. El consumo como mecanismo para afrontar el estrés
Una de las señales más claras de que alguien ha caído en la trampa del “yo controlo” es el uso de las sustancias como una forma de lidiar con las emociones difíciles o el estrés. Al principio, las personas pueden consumir una droga o beber alcohol en momentos de celebración o para relajarse, pero a medida que el consumo aumenta, la sustancia se convierte en un mecanismo de escape.
Esta dependencia emocional del consumo para gestionar el estrés o las emociones es una señal de que la persona ha perdido el control. El consumo ya no se produce por diversión o socialización, sino por la necesidad de mitigar sensaciones incómodas o dolorosas, como la ansiedad, la tristeza o el aburrimiento.
5. Intentos fallidos de controlar el consumo
A menudo, la persona que se encuentra atrapada en la trampa del “yo controlo” intenta por su cuenta reducir o parar el consumo sin éxito. Aunque en ocasiones puede intentar hacerlo, es frecuente que regrese a su comportamiento habitual. Los intentos fallidos de detenerse o moderar el consumo son un indicio claro de que el control ha sido perdido. Es importante destacar que, si bien las recaídas son comunes en el proceso de recuperación, este patrón constante de intentos fallidos es una señal de alerta cuando se da en el contexto del “yo controlo”.
6. Cambios en el comportamiento y la salud mental
El consumo de sustancias afecta el cerebro y no solo el cuerpo. Las personas que consumen regularmente drogas o alcohol pueden experimentar cambios en su comportamiento y salud mental. Pueden volverse más irritables, ansiosas, o tener cambios de humor repentinos. También pueden tener problemas con la memoria o la concentración, lo que puede llevar a un desempeño laboral o académico deficiente.
Estos cambios de personalidad pueden ser un intento de negar el problema. Al principio, la persona podría no reconocer que estas alteraciones son consecuencia del consumo, pero con el tiempo, se hacen más evidentes.
7. Negación y resistencia al ayuda
Una de las características más notorias de la trampa del “yo controlo” es la negación. La persona puede resistirse a aceptar que tiene un problema y, por lo tanto, rechaza cualquier intento de ayuda de amigos, familiares o profesionales. Cuando alguien le sugiere que busque ayuda o que considere que su consumo está fuera de control, la respuesta típica es una defensa férrea de que no hay nada de qué preocuparse. Esta resistencia al cambio puede prolongar el ciclo de la adicción y hacer más difícil la recuperación.
¿Cómo romper la trampa?
Romper la trampa del “yo controlo” requiere una toma de conciencia profunda y una disposición a enfrentar la realidad de la situación. Reconocer que el consumo ha dejado de ser algo inofensivo y ha comenzado a interferir en la vida diaria es el primer paso para buscar ayuda.
La aceptación es el primer paso hacia la recuperación. Reconocer que el consumo está fuera de control es fundamental para poder buscar ayuda. Buscar ayuda profesional y especializada es esencial para asegurar tu camino al bienestar y a la recuperación. Los terapeutas, consejeros y grupos de apoyo pueden proporcionar el acompañamiento necesario para superar la adicción. Además, crear una red de apoyo es clave en el proceso de recuperación. Hablar con amigos y familiares puede ofrecer la perspectiva necesaria y reducir la sensación de aislamiento.
Pide ayuda en Intastur
La trampa del “yo controlo” es un ciclo peligroso y autodestructivo que impide a muchas personas reconocer que tienen un problema de adicción con las sustancias. A través de señales como el aumento del consumo, las mentiras, los problemas en las relaciones y la incapacidad para controlar el comportamiento, se puede identificar que la adicción ha tomado el control. La clave es la conciencia y la disposición para buscar ayuda antes de que el problema se agrave.
En Intastur, puedes rodearte de un equipo de profesionales que te enseñe el camino adecuado para salir de la adicción. Este es el primer paso para alcanzar tu bienestar. No dudes en contactar con nosotros y empezar una nueva vida, mejor y más saludable.