La recaída es uno de los obstáculos más difíciles  en el proceso de superar una adicción. Significa volver a caer, en el caso de las patologías, hace referencia a la reaparición de la enfermedad. En el caso del alcoholismo, ludopatía o adicción a las drogas, la recaída está asociada al hecho de volver a tomar o jugar.

La recuperación de una adicción es un proceso complejo y, como cualquier camino de cambio, puede incluir altibajos. Uno de los mayores desafíos que enfrentan quienes están en recuperación es la recaída, un tema rodeado de mitos que pueden generar miedo, culpa y desmotivación. En este artículo desmentimos algunos de los mitos más comunes sobre las recaídas para ayudar a comprenderlas mejor y enfrentarlas de manera positiva.

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Señales de aviso de una recaída

Existen diversos factores que pueden contribuir a una recaída, entre ellos la presión social de amigos que consumen, la presencia de conflictos, los estados emocionales negativos y la dependencia tanto física como psicológica de la sustancia. Además, el estilo de vida de cada persona interactúa con estos factores, influyendo en el riesgo de recaída.

Identificar estos factores es fundamental, ya que permite orientar el tratamiento hacia su prevención o al desarrollo de habilidades para manejarlos. Cuanto mayor sea el conocimiento sobre estos elementos, más efectiva será la intervención para anticiparse y evitar recaídas.

Entre las principales razones que pueden desencadenar una recaída se encuentran:

  • Experimentación de emociones difíciles: estados de ánimo como ansiedad, tristeza, frustración, culpa, vergüenza, timidez, inhibición, humillación, celos, ira o sensación de soledad pueden influir en el deseo de volver a consumir.
  • Afrontamiento de situaciones complicadas: participación en eventos sociales, recibir noticias adversas, el inicio o fin de una relación sentimental, la convivencia con amigos que consumen, o conflictos interpersonales en el entorno familiar o laboral pueden aumentar el riesgo de recaída.
  • Impacto de problemas físicos y psicológicos: insomnio, dolores corporales, dificultades sexuales, enfermedades personales o de seres queridos, el fallecimiento de un familiar, miedos diversos y sentimientos de aislamiento pueden afectar el bienestar y facilitar una recaída.
  • Exposición a la sustancia: poner a prueba la propia capacidad de autocontrol, ver a otras personas consumiendo, recibir ofertas de amigos, acudir a lugares asociados al consumo o sentir el deseo de consumir en contextos previamente relacionados con la adicción pueden representar un alto riesgo.
  • Percepción del progreso en la recuperación: la sensación de que el proceso de rehabilitación es demasiado largo o difícil, la creencia de que el avance es insuficiente, la falta de confianza en la posibilidad de vivir sin la sustancia, la ausencia de objetivos personales, la idea de probar nuevamente la droga para evaluar el autocontrol o la percepción de que la familia o el terapeuta no brindan suficiente apoyo pueden debilitar la motivación.

La autoeficacia es la habilidad que la persona tiene para enfrentar situaciones de riesgo, sin usar la droga. Saber identificar estas situaciones de riesgo y manejarlas es esencial para prevenir recaídas y para asegurar la recuperación de la adicción.

Mitos comunes sobre las recaídas

Por otro lado, en la sociedad existen numerosas creencias erróneas sobre lo que significa una recaída, lo que puede dificultar significativamente el proceso de superación. A continuación, desmentimos algunos de los mitos más comunes:

Mito 1: Una recaída significa un fracaso total Realidad: La recaída no significa que todo el progreso se haya perdido. Muchas personas experimentan recaídas en el camino hacia la recuperación, y esto no borra sus logros previos. Es importante verlas como oportunidades de aprendizaje en lugar de fracasos.

Mito 2: Si alguien recae, nunca podrá recuperarse Realidad: La recuperación no es un proceso lineal. Muchas personas han tenido recaídas y aun así han logrado una recuperación exitosa a largo plazo. Lo importante es analizar qué factores llevaron a la recaída y desarrollar estrategias para evitarlas en el futuro.

Mito 3: La recaída ocurre de repente y sin advertencias Realidad: En la mayoría de los casos, la recaída es un proceso que ocurre en etapas. Primero, puede haber señales emocionales y psicológicas, como el estrés o el aislamiento, seguidas de pensamientos sobre el consumo, hasta llegar a la acción de consumir nuevamente. Identificar estas señales tempranas puede ayudar a prevenir una recaída completa.

Mito 4: Solo la fuerza de voluntad puede evitar una recaída Realidad: Si bien la determinación es importante, la recuperación es un proceso que requiere apoyo, herramientas y estrategias. La terapia, los grupos de apoyo, el ejercicio y el manejo del estrés pueden ser fundamentales para prevenir recaídas y mantener la sobriedad.

Mito 5: Después de una recaída, hay que empezar de cero Realidad: Una recaída no borra todo el aprendizaje y crecimiento obtenido durante la recuperación. En lugar de verlo como un reinicio, se debe tomar como una oportunidad para reforzar las estrategias de afrontamiento y continuar con el proceso.

¿Cómo afrontar una recaída?

Si una recaída ocurre, es clave no caer en la culpa excesiva ni en la desesperanza. Buscar apoyo, identificar qué la desencadenó y retomar el camino de recuperación son pasos fundamentales. Hablar con un terapeuta, asistir a un grupo de apoyo y rodearse de personas que impulsen el bienestar puede marcar la diferencia.

Las recaídas no definen el éxito o fracaso de una persona en recuperación. Lo que realmente importa es la capacidad de levantarse y seguir adelante con nuevas herramientas y aprendizajes. La recuperación es un camino que se construye día a día, y cada obstáculo superado fortalece el proceso.

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