La ketamina: de anestésico a droga
De todas las drogas que se consumen alrededor del mundo una parte destacable forman parte del grupo de medicamentos. Se trata de sustancias destinadas al tratamiento médico pero que son usadas con fines recreativos. Esto ha llevado a la difusión y generalización de nuevas drogas con los peligros que ello conlleva. Un ejemplo de este tipo de sustancias es la ketamina, un anestésico utilizado en medicina y veterinaria que hace años que se consume también de forma recreativa. Puede producir alucinaciones y relajación, entre otros efectos, además de contar con una alta capacidad adictiva.
La ketamina como droga
Esta droga puede ser administrada de manera efectiva por diferentes vías como intravenosa, intranasal o subcutánea. A nivel farmacéutico se presenta en forma de líquido inyectable. Cuando se usa con fines lúdicos la vía más frecuente para su consumo es la intranasal, esnifándose de manera similar a la cocaína. Popularmente, la ketamina también es conocida como “special K” y puede encontrarse como polvo, líquido, cristales, pastillas o cápsulas. En ocasiones, puede estar mezclada con otras sustancias como cafeína o efedrina.
Normalmente, las dosis que se toman de esta droga con fines recreativos son una quinta parte de la dosis anestésica habitual. Una dosis típica intranasal ronda entre los 25 y los 400 mg, mientras que las dosis para consumo oral serían más elevadas. Pasados 10-20 minutos después del consumo, y en función de la dosis, los efectos empiezan a aparecer, con tiempos distintos para cada uno de ellos. La duración total de dichos efectos estaría sobre las dos horas y la intensidad de los mismos depende de la composición, la dosis, el contexto en que se consuma la droga y las características del consumidor (edad, peso, etc.). La ketamina se metaboliza en el hígado y se elimina a través de la orina.
¿Cuáles son los efectos de la ketamina?
Las características propias de cada persona influyen decisivamente en los efectos que ésta sentirá al tomar la droga. A pesar de que los síntomas pueden aparecer 15 minutos después de haber consumido, la recuperación total del organismo no es efectiva hasta uno o dos días después. Tratándose de un analgésico, el consumidor que está bajo sus efectos no tiene sensación de dolor. A raíz de esto, hay un gran riesgo de que la persona si se ha herido de importancia no lo note con los peligros que esto conlleva. Entre los efectos más habituales producidos por la ketamina encontramos:
- Efectos fisiológicos. Provoca broncodilatación y aumenta la presión sanguínea. En dosis altas también puede producir paradas cardio-respiratorias.
- Desinhibición
- Ataques de pánico y ansiedad
- Episodios psicóticos
- Convulsiones, vómitos y diarrea
- Amnesia
- Por ejemplo, el consumidor puede percibir sensación de flotación y salirse del propio cuerpo. Esta experiencia puede ser vivida como positiva y espiritual o como negativa y aterradora por la sensación de estar abandonando el cuerpo. En este caso, hablaríamos del “mal viaje”.
- Alteración de la conciencia. Esto puede provocar desorientación y pérdida de la noción del tiempo.
Existe la posibilidad de que una persona que haya tomado ketamina acabe inconsciente. Cuando esto ocurre, lo mejor es no darle estímulos ni visuales ni táctiles, ya que éstos pueden aumentar los síntomas negativos. Si el consumo de ketamina supera los 60-70 mg puede considerarse como sobredosis. Sin embargo, se trata de una cifra aproximativa ya que nunca puede conocerse la pureza de esta droga porque muchas veces está adulterada con otras sustancias. A corto plazo, los efectos pueden ser graves e imprevisibles y, a largo plazo, producirse efectos cerebrales irreversibles.
Un gran riesgo de adicción
Al principio de este artículo decíamos que la popularización del consumo de ketamina estuvo desde un inicio muy estrechamente ligada a escenas de música electrónica. Hace años que la incidencia de la ketamina ha sido estudiada. Según un informe elaborado por el Departamento de Salud de los Estados Unidos, se incluyó a esta droga entre las denominadas “drogas de club”. Dentro de esta categoría también encontraríamos el MDMA, el LSD o la metanfetamina. En términos generales, el consumidor de ketamina empieza a consumirla entre los 20 y los 30 años. También es habitual que antes haya consumido otras sustancias de abuso.
Por otro lado, la ketamina provoca dependencia psicológica y, a la larga, física. Además, también produce tolerancia, lo que significa que el consumidor necesita ir aumentando la dosis para conseguir los mismos efectos. A esto hay que añadir que la ketamina tiene un elevado riesgo de adicción. Si nos fijamos en el panorama internacional, son varios los países occidentales donde el consumo de esta droga se ha incrementado progresivamente desde mediados de los noventa hasta finales de los 2000. De todas formas, estos datos están muy lejos de la prevalencia de consumo que vemos en drogas más clásicas. Aun así, no hay que olvidar que la ketamina es una de las sustancias más adictivas que existen por lo que hay tomarse seriamente sus riesgos asociados.
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