La metadona, un opioide sintético, ha sido una herramienta crucial en el tratamiento de la adicción a los opiáceos durante décadas. Sin embargo, su uso no está exento de controversias y desafíos. El mal uso de la metadona es un problema complejo que abarca desde su prescripción hasta su administración, y tiene consecuencias que van más allá de los individuos directamente involucrados. En este artículo de Intastur, Centro de Tratamiento de Adicciones en Asturias, exploraremos los diversos aspectos del mal uso de la metadona, sus implicaciones y posibles soluciones.
La metadona: un doble filo
La metadona se introdujo por primera vez en la década de 1960 como tratamiento para la adicción a los opiáceos, particularmente la heroína. Funciona al unirse a los mismos receptores en el cerebro que los opiáceos ilegales, pero de una manera que mitiga los efectos de abstinencia sin causar el mismo nivel de euforia. Esto permite que las personas dependientes de opiáceos controlen su adicción y eviten los síntomas de abstinencia, lo que les brinda la oportunidad de recuperarse.
Sin embargo, debido a su potencia y su capacidad para inducir una tolerancia y dependencia similares a otros opiáceos, la metadona puede ser susceptible de abuso y mal uso. Su administración requiere un monitoreo cuidadoso y una gestión adecuada para garantizar que se utilice de manera efectiva y segura.

Su consumo
La metadona se consume por vía oral o intravenosa y se suele administrar a personas que no consiguen mantener la abstinencia sin la ayuda de un sustitutivo. Aunque el consumo de esta sustancia sólo se mantiene durante unos meses, a veces el tratamiento se prolonga de por vida para prevenir el consumo de otras sustancias más peligrosas.
En estos casos, el consumo puede reducir la capacidad respiratoria y alterar el ritmo cardiaco. Por el contrario, si se interrumpe su consumo de manera repentina, puede provocar taquicardia, temblores, sensibilidad a la luz o ansiedad.
Desafíos en la prescripción y administración
Uno de los principales puntos de conflicto en el mal uso de la metadona radica en su prescripción y administración. Aunque está regulada y generalmente se administra en entornos controlados, como clínicas especializadas, aún hay casos de prescripciones inapropiadas o mal manejo de la medicación.
La falta de educación sobre la metadona entre algunos profesionales de la salud puede llevar a prácticas de prescripción inadecuadas. Además, la falta de acceso a programas de tratamiento con metadona puede llevar a que las personas busquen la droga en el mercado negro, donde la calidad y la dosis pueden ser inconsistentes y peligrosas.
La administración incorrecta de la metadona también puede conducir a problemas graves. La dosificación inadecuada o la combinación con otras sustancias pueden aumentar el riesgo de sobredosis y complicaciones médicas. Además, la falta de supervisión adecuada durante el tratamiento puede permitir que los pacientes desvíen la metadona para su uso indebido o para venderla en el mercado negro.
Consecuencias del mal uso de la metadona
El mal uso de la metadona tiene una serie de consecuencias negativas que afectan a individuos, comunidades y sistemas de salud en general. Las sobredosis de metadona pueden ser mortales, especialmente cuando se combina con alcohol u otros depresores del sistema nervioso central. Además, el mal uso prolongado de la metadona puede tener efectos perjudiciales para la salud física y mental, incluyendo daño hepático, trastornos respiratorios y problemas psiquiátricos.
A nivel comunitario, el mal uso de la metadona puede contribuir a la criminalidad y la inestabilidad social. El tráfico ilícito de metadona y la participación en actividades delictivas para financiar el hábito de la droga son preocupaciones importantes en muchas áreas. Además, la estigmatización asociada con el uso de la metadona puede dificultar que las personas busquen tratamiento y apoyo.
Desde una perspectiva de salud pública, el mal uso de la metadona puede ejercer una presión significativa sobre los sistemas de salud, con costos asociados con tratamientos de emergencia, programas de rehabilitación y cuidado a largo plazo para aquellos que experimentan complicaciones debido al abuso de la droga.
Sus principales efectos secundarios
La metadona, al ser un opioide sintético, puede tener una serie de efectos secundarios, algunos de los cuales pueden ser graves. Es importante tener en cuenta que no todas las personas experimentarán todos los efectos secundarios y la gravedad de los mismos puede variar de una persona a otra. A continuación, se presentan algunos de los efectos secundarios más comunes asociados con el uso de metadona:
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Náuseas y vómitos:
Este es uno de los efectos secundarios más comunes de la metadona, especialmente al inicio del tratamiento o cuando se aumenta la dosis.
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Sedación o somnolencia:
La metadona puede causar somnolencia excesiva o sedación, lo que puede afectar la capacidad de una persona para realizar actividades cotidianas de manera segura, como conducir o operar maquinaria.
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Mareos:
Algunas personas pueden experimentar mareos o vértigo como efecto secundario de la metadona.
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Sudoración:
La metadona puede causar sudoración excesiva, especialmente durante las primeras etapas del tratamiento.
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Cambios en el apetito:
Algunas personas pueden experimentar cambios en el apetito, ya sea aumento o disminución, como resultado del uso de metadona.
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Dolor de cabeza:
Los dolores de cabeza son otro efecto secundario común asociado con la metadona.
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Trastornos del sueño:
La metadona puede afectar el patrón de sueño de una persona, causando insomnio o problemas para conciliar el sueño.
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Sequedad bucal:
La metadona puede causar sequedad en la boca, lo que puede aumentar el riesgo de caries dental y otros problemas bucales.
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Hipotensión:
Algunas personas pueden experimentar presión arterial baja como resultado del uso de metadona, lo que puede provocar mareos o desmayos.
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Problemas respiratorios:
En dosis altas o cuando se combina con otros depresores del sistema nervioso central, la metadona puede suprimir la respiración, lo que representa un riesgo de sobredosis.
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Cambios en el estado de ánimo:
Algunas personas pueden experimentar cambios en el estado de ánimo, como depresión, ansiedad o irritabilidad, como resultado del uso de metadona.
Es importante tener en cuenta que estos son solo algunos de los efectos secundarios más comunes de la metadona y que pueden variar de una persona a otra. Si experimenta efectos secundarios graves o preocupantes mientras toma metadona, es importante comunicarse con un profesional de la salud de inmediato.
Abordando el problema
Abordar el mal uso de la metadona requiere un enfoque integral que abarque la prevención, la educación, el tratamiento y la regulación. En primer lugar, es crucial mejorar la educación sobre la metadona entre los profesionales de la salud, asegurando que comprendan los riesgos y beneficios de la medicación y estén equipados para realizar prescripciones seguras y efectivas.
La regulación adecuada también desempeña un papel fundamental en la mitigación del mal uso de la metadona. Esto incluye controles más estrictos sobre la prescripción y distribución de la medicación, así como la implementación de medidas para prevenir el desvío y la venta ilegal de metadona en el mercado negro.
Además, se debe abordar el estigma asociado con el tratamiento con metadona y la adicción en general. Esto puede implicar campañas de sensibilización pública para promover una comprensión más compasiva de la adicción y los tratamientos disponibles, así como la promoción de entornos de tratamiento libres de estigma donde las personas se sientan seguras para buscar ayuda.
Existe salida, siempre
El mal uso de la metadona es un problema complejo con ramificaciones significativas para la salud pública y el bienestar individual. Si bien la metadona sigue siendo una herramienta valiosa en el tratamiento de la adicción a los opiáceos, es crucial abordar los desafíos asociados con su uso para maximizar sus beneficios y minimizar sus riesgos. Esto requiere un enfoque multifacético que abarque la educación, la regulación, el acceso al tratamiento y la reducción del estigma. Solo a través de un esfuerzo coordinado y continuo podemos esperar abordar eficazmente este problema y ayudar a quienes luchan contra la adicción a encontrar el camino hacia la recuperación y la salud.
Para superar cualquier adicción, es imprescindible contar con un seguimiento médico personalizado. En Intastur, Centro de Tratamiento de Adicciones en Asturias, valoramos tu situación y te asesoramos sobre el tratamiento a seguir.
Si quieres recuperar las riendas de tu vida no dudes en contactar con nosotros.