Las drogas, la peor pesadilla
Las drogas se caracterizan por producir una serie de efectos en el organismo que pueden ser desde estimulantes hasta depresores. La gente que consume estas sustancias lo hace para experimentar dichos síntomas aparentemente placenteros. Sin embargo, hay otro tipo de efectos que pueden ser muy peligrosos para las personas que toman drogas. Y cuánto mayor sea el tiempo que se lleva consumiendo, más graves serán las consecuencias. Uno de los efectos que produce un consumo a largo plazo se basa en el sueño. En función de la droga, el sueño se verá más o menos afectado, pero, en cualquier caso, esto puede llegar a complicar y mucho la vida de quien lo padece. Hoy veremos cómo las drogas afectan al sueño.
Cuando el sueño se ve alterado
Es bien sabido que las drogas son un tipo de sustancias que afectan al organismo alterándolo a muchos niveles. Los efectos que producen tendrán una mayor incidencia en un aspecto u otro en función de la cantidad consumida y de la composición de la droga. De todas formas, podemos decir que en general las drogas alteran el organismo provocando, en la mayoría de los casos, grandes cambios en la capacidad natural de dormir. Entre otras cosas, esto hace que el sueño pierda sus propiedades naturales para recuperar energía.
Aunque el sueño no es lo único que se ve afectado, ya que las drogas afectan a todo el sistema nervioso. Así pues, los problemas pueden agravarse, creando importantes complicaciones cardiovasculares ya que las drogas alteran directamente el funcionamiento normal del corazón. En el caso de que se empiecen a alterar las jornadas de sueño, lo más probable es que también varíe desmesuradamente la presión arterial. A causa de esto, pueden aparecer ataques cardíacos, así como infecciones en los vasos sanguíneos que afectarán a la calidad del sueño, además de otros problemas cardiovasculares.
Efectos de las drogas más importantes sobre el sueño
- Cocaína: Al igual que el resto de las drogas estimulantes, la cocaína disminuye la sensación de necesidad de sueño. Muchas veces, los pacientes no tienen la percepción subjetiva de alteración del sueño o de un sueño no reparador. En este caso, la cocaína tiene un efecto euforizante sobre el ánimo, disminuye el tiempo total del sueño y altera su continuidad. En cambio, durante el periodo de abstinencia, aumenta el tiempo total del sueño y la somnolencia diurna.
- Cannabis: Si la marihuana se consume en dosis altas disminuye el sueño REM y el sueño de ondas lentas. Otras afectaciones derivadas del uso del cannabis son el aumento del número de movimientos periódicos de las extremidades durante el sueño y un sueño más fragmentado. Por otro lado, la abstinencia de marihuana reduce la calidad del sueño, aumenta la latencia y produce sueños extraños. También se ha observado que la abstinencia después de fumar cuatro o cinco cigarrillos al día, incluso tras un periodo corto, está asociada a un aumento de la latencia y de la fase REM.
- Alcohol: Tratándose de la droga más consumida que existe, el alcohol es también la sustancia de la que se han hecho más estudios. No en vano, es el ansiolítico e hipnótico más consumido en el mundo occidental. Un uso puntual de esta droga produce un efecto inductor del sueño. Sin embargo, el consumo continuado deteriora su calidad, agravándose todavía más durante el periodo de abstinencia. Si las dosis son bajas, no existen efectos claros sobre el funcionamiento del sueño. Pero en dosis más altas el efecto producido es similar al de un hipnótico de acción corta, es decir, disminuye la latencia de sueño, así como los despertares, la fase de sueño 1 y la densidad de movimientos oculares rápidos (REM) en la primera mitad de la noche. La segunda mitad de la noche se caracteriza por la presencia de fenómenos de rebrote con aumento de la fase de sueño 1, incremento de despertares y un aumento de sueño REM.
Por otro lado, se ha observado que los alcohólicos crónicos experimentan una disminución del sueño lento profundo y del sueño REM, así como un sueño más fragmentado. Además, estas alteraciones se agravan durante la fase de abstinencia. Los adictos duermen menos, el sueño está más fragmentado y disminuye el sueño lento, mientras que aumenta la duración y la densidad de la fase REM. De hecho, uno de los factores de recaída en el consumo de alcohol tras un periodo de abstinencia puede ser la persistencia de alteraciones del sueño. Por eso, es recomendable dar inductores del sueño durante la fase de abstinencia aguda. Si el insomnio continúa, una posibilidad es usar antidepresivos sedantes para mejorar la calidad del sueño y prevenir las recaídas.
- Opioides: por último, tenemos a los opioides, los cuales producen reacciones de alerta en función de la dosis, con un aumento de la actividad muscular y de los movimientos corporales. La electroencefalografía (EEG) muestra un aumento de la actividad alfa y una disminución de las fases de sueño lento profundo y del sueño REM. Se ha visto cómo pacientes en tratamiento con metadona duermen mejor. Además, muestran un ligero incremento del sueño lento profundo y una reducción de las frecuencias EEG rápidas durante el sueño.
Mientras se mantiene el tratamiento con metadona, el sueño nocturno no se ve alterado. Sin embargo, algunos pacientes afirman haber tenido insomnio en la conciliación y mantenimiento del sueño. Respecto al periodo de abstinencia, durante las primeras 3-5 semanas, se observó un aumento de la actividad onírica y el insomnio. En los casos de abstinencia en personas adictas a los opiáceos, se produce un aumento de los sueños y la fase REM. Tras la retirada, se describe un periodo de insomnio de varias semanas de duración. En este sentido, existe el riesgo de que un insomnio prolongado pueda provocar una recaída en el consumo de heroína.
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