Antidepresivos y alcohol, unión fatal

El alcohol es la sustancia adictiva más consumida en el mundo. Esta prevalencia en el consumo hace que sea, en consecuencia, la droga que más problemas genera. Y no sólo nos referimos a los síntomas físicos que pueden llegar a ser muy graves. También afecta y mucho al estado psicológico de las personas que abusan del alcohol. Una de las situaciones más comunes fruto de la adicción a esta droga es la aparición de cuadros depresivos. Es entonces cuando el adicto puede empezar a tomar fármacos para combatir este síntoma psicológico a la vez que continua con el consumo de alcohol. ¿Cómo afecta combinar antidepresivos y alcohol?

Cuando la salud mental es débil

Estar pasando un momento complicado puede acabar desembocando en una depresión. Algunas personas recurren al alcohol para ahogar las penas pensando que realmente sirve para eso cuando la realidad es bien distinta. El alcohol no contribuye a mejorar los síntomas propios de la depresión. Aun así, muchas personas beben para evadirse de la realidad o para hacer frente al dolor. Como pasa con otras drogas, se recurre a la bebida como una estrategia para sobrellevar las penas o experiencias más conflictivas. Por otro lado, las personas con una salud mental inestable es más probable que acaben consumiendo ya que son más vulnerables.

Además, depresión y alcohol son vasos comunicantes. De esta forma, beber de forma abusiva también puede tener consecuencias psicológicas de todo tipo. Entre los trastornos más habituales encontramos estados depresivos, ansiedad y trastornos afectivos y antisociales de la personalidad. También hay que tener en cuenta que estos síntomas pueden magnificarse en personas con trastorno bipolar o de carácter depresivo previos.

Alcoholismo y depresión, una combinación peligrosa

Como decíamos antes, la bebida y la depresión son vasos comunicantes y uno retroalimenta al otro. Por un lado, las personas con tendencia a tener cuadros depresivos tienen más probabilidades de consumir alcohol de forma excesiva. Por el otro, los individuos con historial de abuso o dependencia a esta droga acostumbran a experimentar una depresión secundaria. Esto puede darse tanto durante su etapa de consumo como durante las fases de abstinencia. De cualquier modo, el trastorno depresivo es, junto con la ansiedad, uno de los síntomas más comunes del consumo excesivo de alcohol. En este sentido, se han hecho investigaciones que muestran que la depresión afecta a más de la mitad de las personas alcohólicas.

De esta forma, podemos ver que la depresión sirve como justificante para mantener el consumo de alcohol. No obstante, a pesar de que la bebida es un potente inhibidor del sistema nervioso central, tiene graves consecuencias para la depresión. Lo que ocurre es que el alcohol agrava los trastornos depresivos previos o los crea en la vida de la persona consumidora. Por culpa de las consecuencias negativas propias del alcoholismo, la vida del adicto se instalará de forma perpetua en el conflicto. Esta situación acabará por menoscabar el estado anímico de la persona haciendo que se suma en un estado depresivo.

Antidepresivos y alcohol

Una tendencia que se aprecia en las personas que beben con frecuencia es que suelen consumir otras sustancias psicoactivas y también medicamentos. En el caso de los individuos que tienen un historial sanitario de depresión es habitual que lleven a cabo tratamientos que incluyen antidepresivos. Sin embargo, combinar estos fármacos y alcohol puede ser muy peligroso para el organismo. Es más, para alguien que está siguiendo un tratamiento médico tomar alcohol está contraindicado. Además, si los medicamentos son antidepresivos, los riesgos son todavía más grandes ya que la suma de ambas sustancias aumenta los efectos de cada una de ellas en el cuerpo.

Tanto el alcohol como los antidepresivos son sustancias inhibidoras del sistema nervioso central. Por eso, la depresión del organismo es aún más grande. Asimismo, los efectos sedantes se incrementan. Todo esto provoca:

  • Disminución de las capacidades cognitivas como la memoria, la concentración y la toma de decisiones
  • Cambios de humor con irritabilidad o agresividad pasiva
  • Descoordinación de las habilidades motrices
  • Aumento de la somnolencia o alteraciones del sueño
  • Ralentización corporal y del estado mental de alerta

Además, se han hecho estudios sobre la depresión que muestran que actúa a nivel cerebral de un modo similar a la bebida. Por ese motivo, en muchas ocasiones se recetan fármacos antidepresivos para superar problemas de alcoholismo. Sobre todo, para controlar el síndrome de abstinencia que aparece después de interrumpir el consumo de alcohol.

Existe tratamiento

Dejar el consumo de bebidas alcohólicas es imprescindible para superar una depresión. Un cuadro depresivo no podrá tratarse si la persona toma alcohol, ya que éste afecta negativamente al estado anímico del paciente. Por otro lado, la depresión es un efecto secundario típico durante el proceso de adicción al alcohol. Y también es un síntoma pasajero que aparece en los primeros tres meses del periodo de abstinencia.

La mejor opción para alguien que se encuentra en esta situación es acudir a un centro de desintoxicación para seguir un tratamiento personalizado para dejar el alcohol. Además, también será preciso un tratamiento para combatir la depresión que le aporte bienestar y refuerce su actitud para curarse. Tratando las dos enfermedades al mismo tiempo se conseguirá una abstinencia de larga duración.  Gracias a esta abstinencia a largo plazo, el paciente verá reforzado su estado de ánimo y estará más comprometido en su propia mejora. Con esto, los estados depresivos provocados por el consumo abusivo de alcohol desaparecerán. Por otro lado, también se conseguirá que las personas con depresión previa a la adicción puedan recuperarse de su enfermedad mental con más rapidez.

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