La mefedrona es una droga sintética del grupo de las catinonas, con efectos estimulantes y eufóricos similares a los de las anfetaminas y la cocaína. Surgió en el mercado ilegal en 2007 y, en la Unión Europea, se comenzó a controlar en diciembre de 2010.
Hasta el 2010, la mefedrona sólo era ilegal en quince países europeos, siendo España uno de los doce países donde sí era legal. La evaluación científica, realizada por el OEDT, sobre los riesgos asociados al consumo de mefedrona, ha demostrado que esta sustancia puede provocar graves problemas de salud y genera dependencia. Además, no posee ni valor terapéutico ni otro uso legal.
De esta manera, se les dio a los países donde dicha droga sí era legal el plazo de un año para, según las leyes y recursos de cada país, tomar las medidas necesarias para someter a la mefedrona a medidas de control. En la actualidad, se sigue comercializando en el mercado ilegal, tanto en Europa como en otros países del Norte Global, fundamentalmente EEUU y Australia. Se puede encontrar en forma de polvo o cristales que se pueden consumir por inhalación, ingestión o inyección.
El fácil acceso a esta droga es muy peligroso, ya que la está convirtiendo en una sustancia popular entre jóvenes. Es importante abordar este tema desde el punto de vista de la salud pública y la prevención de las adicciones.
La mefedrona en el mercado negro y su fácil acceso entre los jóvenes.
La mefedrona se está popularizando entre los jóvenes debido a su fácil acceso en el mercado negro, se encuentra especialmente en Internet en plataformas de compra-venda no reguladas. Las redes sociales y las plataformas digitales han contribuido a la promoción de esta droga. Además, tiene un bajo costo en comparación con otras drogas más populares como la cocaína o el MDMA.
Sus efectos son similares a dichas drogas: a corto plazo proporciona un aumento de energía, euforia, aumento de la sociabilidad y, en algunos casos, efectos adversos graves como paranoia y aumento de la frecuencia cardíaca. En definitiva, su accesibilidad, bajo costo y efectos estimulantes la convierten en una opción atractiva en fiestas, clubs nocturnos y conciertos, donde la consumen jóvenes y adultos.
Es relevante conocer también sus riesgos y por qué el fácil acceso y circulación de esta droga supone un riesgo para la salud física y mental: problemas cardiovasculares, paranoia, dependencia psicológica y efectos adversos por el consumo regular. La falta de regulación en su venta puede conllevar a la adulteración y mayor peligrosidad de la sustancia.
Consecuencias del consumo de mefedrona: impacto en la salud y el bienestar.
Queda claro que el consumo regular de mefedrona puede tener efectos a largo plazo, como problemas cardiovasculares, daño cerebral y problemas renales, entre otros. Sin embargo, también es fundamental entender su impacto en la salud mental, ya que puede causar ansiedad, depresión y paranoia. Además, la adicción a esta sustancia puede afectar las relaciones interpersonales, el rendimiento académico y laboral, y el bienestar social en general.
Por ello, es crucial conocer las consecuencias del consumo de mefedrona, especialmente entre los jóvenes, que son sus principales consumidores. Implementar programas educativos en escuelas y universidades es una excelente manera de informar sobre los riesgos de las drogas sintéticas. También es importante promover un ambiente familiar y social protector, ofreciendo espacios de apoyo emocional para prevenir la tentación de probar drogas.
Ambas estrategias son esenciales para detectar el consumo en etapas tempranas y reconocer las primeras señales de una adicción, permitiendo intervenir antes de que se agrave. En este proceso, el apoyo profesional y los servicios de tratamiento son clave para prevenir los daños del consumo de mefedrona. Contar con profesionales de la salud especializados en rehabilitación, junto con el apoyo de padres, educadores y un buen equipo de trabajo, es fundamental para crear un entorno de apoyo, información y prevención que ayude a evitar que más jóvenes caigan en la tentación de consumir sustancias peligrosas.
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