El gran riesgo de consumir antidepresivos y alcohol
Los efectos y consecuencias de tomar antidepresivos y alcohol son más bien negativos. Estudios recientes han analizado la relación entre el consumo simultáneo de antidepresivos con otras sustancias psicotrópicas como el alcohol. Estas investigaciones se deben a que el consumo de alcohol es una práctica común en personas con depresión. Del mismo modo, la depresión es un fenómeno frecuente en personas que tienen alcoholismo. Los efectos de combinar antidepresivos y alcohol pueden depender de varios factores como el tipo de antidepresivo consumido y la dosis o de si el consumo de alcohol es puntual o continuado. En cualquier caso, las consecuencias de dicha mezcla pueden ser muy perjudiciales para el organismo.
Interacción entre el alcohol y los antidepresivos
Tanto el alcohol como los antidepresivos actúan directamente sobre la segregación de serotonina en el cerebro. La serotonina es un neurotransmisor que funciona como regulador de ciertas conductas y necesidades corporales favoreciendo la autorregulación efectiva del organismo. La depresión genera un déficit en la disponibilidad de serotonina que provoca desajustes en dicha autorregulación. Estos desarreglos incluyen tristeza, pérdida de interés, trastornos del apetito y del sueño, fatiga, ideas de suicidio, etc. Los antidepresivos funcionan para contrarrestar los efectos de la depresión sintetizando serotonina en el cerebro para restablecer las funciones desequilibradas.
Por su lado, el alcohol, cuando supone un consumo moderado presenta un efecto antidepresivo ya que aumenta la disponibilidad de serotonina en el cerebro. Por este motivo, la interacción entre antidepresivos y alcohol provoca un aumento desmedido de serotonina en el cerebro. Además, cuando el consumo de alcohol pasa a ser continuado y prolongado, su efecto cambia generando una mayor demanda de serotonina en el cerebro. De esta forma, contribuye a aumentar los síntomas depresivos.
Efectos de combinar alcohol y antidepresivos
Como decíamos antes, combinar antidepresivos y alcohol aumenta de manera innecesaria los niveles de serotonina en el cerebro. Esto tiene como resultado una serie de consecuencias perjudiciales para el organismo entre las que encontramos:
- Alteraciones del sistema músculo-esquelético
- Trastornos psicorgánicos y trastornos psicológicos por sus efectos sobre el sistema nervioso central
- Repercusiones sobre el sistema cardiovascular, aumentando la tensión arterial
- Mayores síntomas relacionados con la ansiedad y la depresión
- Fiebre alta
- Ataques epilépticos
- Pulsaciones cardíacas irregulares
- Inconsciencia y en algunos casos hasta muerte
Una mezcla con consecuencias muy negativas
El consumo de alcohol cuando se tiene depresión es común. Sin embargo, su interacción con los antidepresivos en personas con este diagnóstico ha sido poco estudiada, a excepción de aquellas que tienen un problema de consumo de bebidas alcohólicas. En los estudios realizados hasta ahora se ha visto que la combinación de antidepresivos y alcohol potencia los efectos que el alcohol produce por sí solo. Por este motivo, la mezcla de alcohol con antidepresivos esta contraindicada. Los principales motivos de ello son:
- Interfiere en el metabolismo del alcohol
Con los antidepresivos del tipo IMAO (Inhibidores de la enzima MonoAmino Oxidasa), el consumo de bebidas alcohólicas está contraindicado. Esto se debe a que estos fármacos inhiben la actividad oxidativa de las enzimas microsomales hepáticas, lo que interfieren en la metabolización de compuestos químicos como el etanol. Además, también dificultan el metabolismo de la cafeína, analgésicos, barbitúricos y otros antidepresivos.
Asimismo, esto hace que se potencien los efectos psicotrópicos de la sustancia con la que se mezcla (tanto del etanol como los fármacos mencionados). Ya que los IMAO interactúan con distintas sustancias que se encuentran fácilmente en alimentos y bebidas, es importante tomar precauciones con lo que se consume. Una mezcla inadecuada puede provocar un aumento de la presión sanguínea y reacciones adversas severas.
- Potencia la acción sedante
El principal efecto de la combinación de antidepresivos con alcohol es la alta probabilidad de aumentar sus efectos depresores o sedantes sobre el sistema nervioso central. Lo que ocurre es un incremento en la experiencia de los síntomas de depresión a medio plazo, así como una disminución prolongada del estado de alerta, de la coordinación, de las habilidades motoras, y un aumento importante de somnolencia.
Por otro lado, la combinación de alcohol y antidepresivos ISRS (Inhibidores Selectivos de la Recaptura de Serotonina) como la venlafaxina, se ha asociado a un cambio en la tolerancia al alcohol. También se aprecia una exacerbación de los efectos conductuales del alcohol como la desinhibición de comportamientos violentos y sexuales junto con una memoria deteriorada.
- Altera el sueño
El alcohol provoca somnolencia y, a veces, la depresión tiene como característica la dificultad para conciliar el sueño. Esto hace que algunas personas recurran a la toma de bebidas alcohólicas para poder dormir. Sin embargo, se trata de un efecto a corto plazo ya que, si bien el consumo de alcohol puede provocar un sueño rápido, también es común que altere los ritmos circadianos y provoque estados de vigilia a media noche.
- Aumenta el riesgo de efectos adversos del medicamento
Del mismo modo que ocurre con muchos otros medicamentos, la combinación de antidepresivos con alcohol aumenta la probabilidad de sufrir los efectos adversos asociados con el fármaco. Por ejemplo, estados importantes de ansiedad, trastornos del sueño y daños a distintos órganos.
Los antidepresivos como tratamiento del alcoholismo
La relación entre este tipo de medicamentos y el alcohol va más allá del uso que pueda hacer una persona por su cuenta. Y es que, en ocasiones, distintos síntomas provocados por el alcoholismo han sido tratados mediante prescripciones farmacológicas diversas. Si bien es más frecuente el uso de ansiolíticos, por considerar a la ansiedad como una de las principales causantes del alcoholismo, en los últimos años se ha estudiado el uso de antidepresivos en fases de deshabituación en los tratamientos de alcoholismo. Esta fase es la que consiste en erradicar la dependencia psicológica al alcohol.
Por ejemplo, la trazodona, que es un antagónico e inhibidor de la recaptura de serotonina, se utiliza para tratar el alcoholismo crónico. Igualmente, se utiliza venlafaxina (a veces combinada con fluoxetina), que son inhibidores selectivos de la recaptura de serotonina, para tratar distintos tipos de alcoholismo.
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